Apenas expresamos algo, lo empobrecemos singularmente. Creemos que nos hemos sumergido en las profundidades de los abismos y cuando tornamos a la superficie, la gota de agua que pende de la pálida punta de nuestros dedos ya no se parece al mar del que precede. Creemos que hemos descubierto en una gruta maravillosos tesoros y cuando volvemos a la luz del día, sólo traemos con nosotros piedras falsas y trozos de cristal; y sin embargo, en las tinieblas relumbra aún, inmutable, el tesoro.
Maurice Maeterlinck
La moral del místico