29.4.17

Trouville



No vale la pena ir a Calcuta, Melbourne o Vancouver. Todo está en Trouville. Melbourne y Vancouver están en Trouville.

Marguerite Duras


8.4.17

Espantajo



A despecho de nuestros muros, siempre demasiado bajos, el espantajo clavado en el centro de la isla sigue siendo visible desde todas partes. Un escalofrío recorre nuestras espaldas cada vez que la mirada lo sorprende: instintivamente, retrocedemos hacia Caer. Yoakam nos recoge Su barba es la blanca llama surgida del magro tronco de sus huesos para guiarnos como un farol. Tendemos a ella nuestras manos azuladas y la sangre, cuajada por el miedo y el frío, vuelve a ser el largo río impasible al que confiamos nuestras vidas.

Éric Chevillard
Caer

4.4.17

Mástil



Nuestros artistas se ven finalmente mejor recompensados por sus fatigas. Colgados por la cintura a una cuerda fijada a un mástil y después empujados con fuerza contra una pared blanca sobre la que se aplastan y rebotan una, dos, tres veces, los artistas ensangrentados ejecutan allí, tanto con sus tripas como con su cabeza, unos frescos que no nos dejan indiferentes. Pero tampoco es que nos hagan saltar las lágrimas.

Éric Chevillard
Caer

10.2.17

Desaparecer



"Hay que morir", dijo. "Hay que desaparecer", le corregí. Y, lo más pronto que pude, me fui de allí. Desaparecí. 

Enrique Vila-Matas
Doctor Pasavento


16.1.17

Castigo



Ante mí, mi cuaderno abierto, listo para iniciar el castigo. Ya no me puedo permitir más distracciones, debo empezar, girar de una vez por todas la llave para abrir por fin el cofre donde se encierran mis recuerdos y sacarlo todo a la luz. [...] Y cumplir el castigo sin ser molestado, tarde lo que tarde, hasta conseguir la prueba que demuestre que el deber cumplido proporciona alegría. Estoy preparado, y como tengo que avanzar, quiero remontarme primero en el tiempo, elegir bien, buscar un lugar [...] Incluso aunque tenga que despertar al pasado de su profundo sueño, debo comenzar. 

Siegfried Lenz
Lección de alemán

15.1.17

Mirada



Es verdad que el mar favorece mi ensoñación, porque asegura la distancia, y significa, para los sentidos, la plenitud vacante; pero ocurre de una forma no específica, y veo que los grandes desiertos, o la trama, desierta también, de las rutas de un continente, pueden ocupar la misma función, que es la de permitirnos errar, aplazando por mucho tiempo la mirada que a todo abraza, y renuncia.

Yves Bonnefoy
El territorio interior